lunes, 17 de enero de 2011

Pena, penita, pena...


Ésto es lo que me dió ayer cuando llegué al Aeropuerto de Málaga.


En realidad, es lo que me da cada vez que vuelo a o desde Málaga desde el año pasado. Y no por nostalgia, ni por tener que volverme a Glasgow, ni nada por el estilo. Simplemente por ver un paisaje desolador. Un desierto de mármol y cemento.

Terminal 1, completamente desierta, todos los negocios cerrados. La antigua cafetería, con unos ventanales enormes orientados hacia la pista, un lugar genial para tomarse un café o un bocadillo mientras esperabas con tu familia antes de partir, desde donde se veían los aviones aterrizar y despegar. Cerrada. Decenas de mostradores de check in, todo cerrados. Incluso en la planta baja de ésta terminal, donde había también varios mostradores de facturación, cerrados.

Terminal 2, solamente operando el 20% de los mostradores. La planta alta, antiguamente ocupada por oficinas, cerradas todas.

Terminal 3, inmensa abominación de la construcción. 1.800 millones de euros, que se dice pronto. Quizá vi 20 mostradores abiertos de los más de 100 que hay. Grande, muy grande. Demasiado grande quizá para lo que se necesitaba. Tres plantas de oficinas, casi todas cerradas.

En la zona después del control de pasaportes, la nueva terminal es también exageradamente grande. Eso sí, predominan las superficies comerciales, marcas internacionales. Tiendas en las que, normalmente no comprarías ni siquiera fuera del aeropuerto, y encuentras precios incluso superiores.

Ya no puedes tomarte un café con leche o un bocadillo de jamón, tienes un Starbucks, un Burger King, una taberna irlandesa, productos típicos de los aeropuertos americanos, ingleses, etc... Pero bueno, es lo que tiene el mundo de la globalización, que el que mejor paga, obtiene su espacio para vender. Y en lugar de estar en el aeorpuerto de Málaga con 20ºC tomándote una Cruzcampo y una tapa de boquerones fritos, estás con una botella de agua Evian comiéndote un sandwich de bacon lechuga y tomate y unas patatas fritas de la marca Walkers.
Es una vergüenza también lo de los precios. La exageración. La tendencia a doblar el precio del producto de la misma cadena de ventas, fuera y dentro del aeropuerto. En cualquier aeropuerto inglés, una botella de agua en WHSmith vale lo mismo que en cualquier ciudad. Aquí no, en España no.

Por otra parte, cuando caminas hacia las zonas de embarque B y C, las antiguas terminales, te encuentras con otro desierto, la planta alta que antes se destinaba a comercios y restaurantes. Cerrada. Pero eso sí, te encuentras con tiendas de joyería, de ADIDAS, negocios que sí son necesarios y primordiales en un aeropuerto (modo irónico ON).

¿Se necesitaba tanto desembolso, tanta grandiosidad, tanto espacio para hacer de Málaga un aeropuerto mejor?. No valía con renovar lo que ya había, no se podían adaptar las terminales antiguas (que para mi gusto, eran más que suficientes). Si se necesitaban más puertas de embarque se podía haber hecho otro satélite más para habilitar nueva zona de puertas de embarque, o dos satélites más, que había espacio de sobra y se podría haber hecho con una ampliación.

Las zonas de facturación cada vez se utilizan menos, hoy en día la mayoría de las compañías recomiendan la facturación "on line", por comodidad para clientes y ahorro para la compañía. Los mostradores están únicamente para dejar el equipaje, se usan cada vez menos. ¿Era necesario todo esto?

La verdad es que da pena andar por el aeropuerto, la sensación de soledad, de ver partes del aeropuerto totalmente en desuso, y que lo seguirán estando, simplemente porque la nueva terminal es exageradamente grande (y no creo ni que está funcionando ni a la mitad de su capacidad en pleno verano).

Pero esto es lo que nos gusta en España, que las cosas sean grandes, exageradas, lo más de lo más, aunque luego no sirva, pero el caballo que sea grande, ande o no ande. Al igual que la terminal de Málaga, la T4 de Madrid no le anda a la zaga. No vale con construir una terminal de uso exclusivo para una compañía privada con dinero público. No. Tiene que ser grande. Bueno, no, más grande, aún más grande, y moderna, la más moderna, y que nos la haga el mejor arquitecto que haya en el mundo, y que cueste mientras más mejor. Aunque nos endeudemos con todo Cristo y no podamos pagarlas después. Pero grandes, que se vean mejor que la Gran Muralla China.

Y si cuesta 6.000 millones de Euros, no pasa nada. Ya se pagarán como sean, aunque sea vendiendo los aeropuertos a manos privadas, o echándole la culpa de esta gran gestión aeroportuaria a los controladores aéreos con sus sueldos extraordinariamente altos. Pero los amigos que han hecho las obras, sí han cobrado, sus empresas, las subcontratas, las adjudicaciones a empresas afines a los ministros y al presidente de AENA, éstos si cobraron.

Ya lo decía mi padre con una especie de chiste ayer mismo. Si hace falta construir una polideportivo, el ayuntamiento español propone la oferta y se presentan 3 proyectos. Una empresa Alemana lo hace por 100 millones de Euros. La empresa Portuguesa por 50 millones. Se presenta una empresa española que lo hace por 300 millones. Al final la ganadora del concurso es la española. ¿Cómo es posible? Fácil. 100 millones para el alcalde, 100 millones para la empresa y 100 millones para pagarle a los alemanes por hacer la obra.

Así nos va.

Bueno, tras mi desahogo de ira y resquemor, voy a tender una lavadora y a recoger un poco el piso, que la faceta de amo de casa no se puede descuidar en los días libres.

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